El circo de MotoGP se acerca al final de la temporada, y es imposible pensar en Valencia sin recordar a Nicky Hayden.

El estadounidense, que murió prematuramente en mayo de 2017 después de un accidente de ciclismo a sus 35 años, era un gran piloto y todavía mejor persona. Era imposible no quererlo.

Desde sus humildes raíces en Owensboro, Kentucky, llegó para ganar el campeonato mundial de MotoGP en 2006, derrotando al actual campeón Valentino Rossi en un duelo inolvidable en la última carrera, manteniendo su humildad y humanidad. Hayden fue muy tranquilo, educado, encantador y en ningún momento sufrió la maldición del ego del piloto.

El domingo 29 de octubre de 2006, el día en que Hayden ganó el título mundial de MotoGP, fue casi un hito en la era MotoGP de 4-tiempos. Fue un cóctel explosivo de emoción: la lucha entre David y Goliat, el regreso del desvalido y el cuento de hadas en el que puedes hacer que suceda cualquier cosa, por imposible que parezca.

El piloto de Honda lo tenía todo en contra, llegando a final de temporada en Valencia 8 puntos por debajo de Valentino Rossi. Sobre el papel, no tenía ninguna posibilidad de avanzar al Nr46, comenzando desde P5, mientras Rossi ocupaba la pole.

El resto ya es historia. Nicky hizo que lo imposible sucediera con determinación y una fe ciega, pero sobre todo permaneciendo puro en la derrota (víctima del accidente con su compañero de equipo Dani Pedrosa durante el GP anterior) y cristalino en la alegría de la victoria.

Este año en Valencia, el domingo 17 de noviembre, la comunidad de MotoGP y los aficionados a nuestro deporte rendirán, una vez más, un homenaje al Kentucky Kid.

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